Se sabe que desde hace mucho tiempo el hombre tuvo interés en el cielo. Había motivos religiosos, pero también prácticos como saber cuándo sembrar, trasladar los animales para el pastoreo, etc. Muchos cementerios y hasta ciudades tienen orientaciones relacionadas con el cielo. Sin dudas fueron excelentes observadores y aunque, en muchos casos, no documentaron sus estudios, hacían un uso muy eficiente del cielo. Hay construcciones que ponen en evidencia cuanto conocían del cielo como las Pirámides de Egipto o la ciudad maya de Chichén Itzá en México. Hay que destacar que la contaminación lumínica era nula y las observaciones a ojo desnudo eran muy eficientes.

La Arqueoastronomía es la disciplina que estudia los conocimientos astronómicos de los pueblos antiguos, cómo y para qué usaban esos conocimientos y que dejaron evidenciados en elementos arqueológicos.

En Turquía se ha encontrado un monumento que data de 10.000 años antes de Cristo en el que hay representaciones de las constelaciones y marcadores de la posición de la Luna y el Sol para fecha importantes. Quizás más conocido es el monumento de Stonehenge, que se encuentra al sur de Inglaterra y data de 3000 años AC. No se sabe cuál era su función, pero está alineado con el movimiento del Sol, por lo que se cree que se usaba para algún ritual religioso. Este monumento fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1986.

Todas las culturas antiguas usaron el cielo, también en América. En México y Perú es donde más se hicieron estudios arqueoastronómicos. Se estudiaron culturas de casi todos los países de este continente, pero falta mucho por hacer.

En Argentina hay algunos estudios de sitios con interés arqueoastronómicos, pero quedan muchos por estudiar. En el norte argentino hay sitios conocidos, parcialmente estudiado y seguramente hay muchos más que no se estudiaron y otros que aún no se descubrieron. La Ciudacita, quizás el más conocido de esta zona, son ruinas incas que se encuentran dentro del Parque Nacional Los Alisos en la provincia de Tucumán. Este sitio fue estudiado por Orlando Bravo y Enrique Wurschmidt alrededor de 1950. Ellos estudiaron, fundamentalmente, su relación con el Sol. Todavía no está claro si era un centro ceremonial, un observatorio astronómico o un puesto de vigilancia, de lo que no hay dudas, es de su valor arqueoastronómico y vale la pena seguir estudiándolo.

Las arqueoatronomía requieren la participación de astrónomos, arquéologos, geógrafos, historiadores, etc. , lo que hace que sean trabajos muy interesantes de realizar. En la mayor parte de los casos, los lugares son alejados y poco accesibles. Para estudiarlos hay que trasladarse con equipamiento para realizar mediciones y los costos son altos.

Se sabe que los pueblos originarios hicieron un uso muy eficiente del cielo y muchos los siguen haciendo. En la actualidad cuando se construyen casas u otro tipo de edificios se trata de hacer un uso eficiente de la luz y la energía solar, cosa que nuestros antepasados ya hacían.

Cuando se habla de Astronomía parecería que hacer investigación en temas de astrofísica estelar, galaxias o cosmología es lo único importante, pero no es así. La Unión Astronómica Internacional tiene una Comisión de Astronomía Cultural (Comisión C5) que incluye Arqueoastronomía, al mismo nivel que otras comisiones, como la Comisión G5 de Evolución Estelar, lo que muestra que para la asociación que reúne a astrónomos de todo el mundo, la Arqueoastronomía es una disciplina relevante.